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Nogal y cerezo, roble y maderas exóticas, tarimas, suelos de muestra y antiguos: en la sede de Wuppertal, una antigua fábrica de maquinaria que data de 1926, Parkett Dietrich presenta alrededor de 300 suelos de madera diferentes. Con unos 2.900 metros cuadrados de superficie de exposición, es la mayor de las seis casas de parquet. En la zona de entrada aún pueden verse las históricas baldosas blancas y negras, pero luego dejan paso a la intemporal colección Dietrich. En su recorrido por las más de 90 habitaciones amuebladas de forma diferente, los visitantes pasean por mundos vitales siempre nuevos, y se dan cuenta: el parquet es un todoterreno.

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"A algunos de nuestros clientes les preocupa que no se puedan combinar maderas diferentes", explica el director de ventas Henrik Doesken. Pero esas preocupaciones se evaporan a la vista de las hermosas habitaciones. ¿O acaso habrías pensado que una tarima bien rústica en verde grisáceo (tono "Woodstock") combinaría a la perfección con un bloque de cocina en elegante nogal? La madera es algo sensual, y para sentirla realmente hay que experimentarla. Por eso Henrik Doesken recomienda quitarse los zapatos y caminar descalzo por la exposición: "Sobre todo los suelos con superficie cepillada se sienten muy bien", dice. "Tan aterciopelados". E incluso en su segunda o tercera visita, los clientes siempre descubren algo nuevo. Esto se debe a que las habitaciones se rediseñan periódicamente y se equipan con suelos diferentes. Por ejemplo, con diseños desarrollados en la fábrica propia, a pocos kilómetros de distancia. Una de las novedades: El parquet en espiga de espina de pez, cuyo dibujo se compone de tarimas en lugar de finas tiras. ¿Qué suelo le ha conquistado ahora? Tómese su tiempo para encontrar la respuesta, preferiblemente tomando un capuchino en el soleado patio de Parkett Dietrich.